La Abadesa



«No se puede vivir así, y no bastan precauciones, ni convicciones filosóficas, ni engaños y fraudes del corazón, ni sentimentalismos; hace falta fe, fe robusta, fe inconmovible. Y ésta sólo se saca del pueblo que nos rodea; tiene que ser la suya, la de los demás, la de los sencillos»
San Manuel Bueno, Mártir.


No muy lejos de ser un personaje de don Miguel, se debate mi ser entre la verdad y la razón. Entendiendo por ésta aquello en lo que estamos todos de acuerdo, o por lo menos la mayoría. La verdad es otra cosa.

La razón es social; la verdad, de ordinario, es completamente individual, personal e incomunicable.

La razón nos une y las verdades nos separan.

Vivo “entre conventos” porque así lo he decidido, por propia voluntad, aun cuando ésta flaquea. Porque envidio la fe de los demás, reconociéndome uno de los peores pecados capitales, si es que alguno fuera bueno. Porque sólo, y sólo implica exclusividad, me ocupan y preocupan mis novicias, a pesar de que dedique parte de mi tiempo a otros menesteres, también importantes y necesarios, pero siempre secundarios.

Soy La Abadesa. Sin haber cumplido los 41, sin condena por delito público… y sin fe.